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Madre e hijo: un vínculo fundamental que marcará la salud emocional del niño

Lactancia

Última actualización: 08/08/2017

noticiaEl modo en que madre y bebé se relacionan desde los primeros minutos tras el nacimiento e incluso durante el embarazo marcará la salud emocional del niño. Un experto detalla todo lo que hay que saber para fomentar un sano desarrollo. El contacto con la piel, las miradas, el calor del cuerpo y la voz, construyen la base de la relación de la mamá y el bebé y determinarán la salud emocional del recién nacido desde el primer momento. “La organización del niño es inconcebible sin el contacto inicial y sostenido con su madre, no está habilitado ni siquiera para sobrevivir por sus propios medios”, explica el doctor Oscar Di Siervi, jefe del servicio de Neonatología de la Fundación Hospitalaria (M.N. 68.944). “Al recién nacido le es imposible sobrevivir sin la asistencia total de la madre que lo toma en sus brazos, lo alimenta y lo atiende en todas sus necesidades”, insiste el experto. Ese vínculo estrecho y fundamental comienza durante el embarazo, subraya Di Siervi, quien pone de manifiesto que la madre suple con sus funciones vitales las de su bebé aún no nacido, al respirar y comer. LACTANCIA En relación a la lactancia materna, el neonatólogo comenta que sus beneficios son ampliamente reconocidos en términos del impacto en la salud del binomio madre-hijo. “Las características de la leche materna, tanto nutritivas como inmunológicas y preventivas, no constituyen hoy motivo de controversia”, enfatiza. Desde el punto de vista de la construcción del vínculo inicial con su madre, el recién nacido recibe de ella información que lo contiene física y afectuosamente. “El sentimiento de logro que la madre puede experimentar al descubrir que realmente ella tiene algo con lo cual es capaz de conformar a su bebé, encuentra su versión más acabada durante el amamantamiento”, apunta Di Siervi. En ese sentido, el jefe de Neonatología de la Fundación Hospitalaria, señala que el bebé succiona según un patrón más o menos regular de esfuerzos y pausas. Las pausas sirven al bebé de descanso y recuperación, así como de oportunidad para procesar información proveniente de su madre. La pausa genera en la madre la necesidad de estimular al bebé para que vuelva a succionar. “Las madres suelen mirar a sus bebés, hablarles y mecerles durante la puesta al pecho, convirtiendo el instante de la alimentación del bebé en un momento ideal para construir y reforzar el vínculo inicial”, asegura. PIEL CON PIEL La organización sensorial del bebé en el contacto precoz con su mamá le permite establecer un vínculo basado en la sensación de contención física, que le proporciona el ser abrazado. La capacidad del recién nacido de ver y oír ya se manifiesta en la sala de partos. “Como lo recuerdan Brazelton y Cramer -expresa Di Siervi- los sentidos del bebé están aptos especialmente para ese contacto cercano. Una resolución visual de treinta centímetros, le es suficiente. El susurro de una voz próxima le permite organizarse para atravesar la transición fuera del vientre materno. La contención física es el regreso a la seguridad del vientre materno”. Los beneficios de este contacto entre la madre y el bebé también dependen de que se realice adecuadamente. “El hecho de sostenerlo de manera apropiada constituye un factor básico del cuidado. Cualquier falla provoca en el niño una intensa angustia, una sensación de caída, desintegración”, aclara el profesional, al tiempo que menciona que una de las funciones maternas en la lista que propusiera D.W. Winnicott es la del “sostenimiento”. En cuanto al modo en que se logra un correcto sostén del bebé, Di Siervi describe: “Hay que crearle las condiciones para que esté realmente contenido en un espacio físico, en el que los brazos constituyan un “nido” que lo soporte en flexión de sus miembros, con la cabeza contenida a su vez para evitar la brusca extensión o deflexión que genere un reflejo de alerta innecesario”. El contacto piel a piel aparece como un modelo de interacción física en el cual las funciones del olfato, el oído y el tacto permiten al recién nacido recibir y procesar información vital dentro de esa relación complementaria llamada díada, agrega. A tal punto es importante este contacto, que sus beneficios se hacen aún más evidentes en casos de nacimientos prematuros. “Experiencias clínicas con bebés prematuros y sus madres demostraron que variables fisiológicas, como la temperatura corporal, la frecuencia cardíaca y la oxigenación durante el contacto piel a piel, se mantenían dentro de límites seguros de normalidad”, remarca. EL BEBE RESPONDE El bebé no solamente procesa información, también emite señales inequívocas a su madre: “¡Lo estás haciendo bien!, pareciera decir cuando es sostenido en forma adecuada, cuando es consolado en forma adecuada en ocasión de un episodio de llanto o cuando es alimentado. Cada vez que la mamá hace algo, suscita una respuesta por parte del bebé, y la madre siente que su competencia ha sido confirmada”, detalla Di Siervi. Los padres necesitan las respuestas del bebé como una confirmación de la idoneidad de sus cuidados. “La conducta del bebé es la mejor guía con que cuentan los padres en cada nuevo refuerzo”, insiste el especialista. En ese sentido, el jefe de Neonatología de la Fundación Hospitalaria hace hincapié en que la experiencia de la consulta con el médico pediatra muestra que logros como el buen aumento de peso, afianzan la lactancia en la madre que amamanta regularmente; refuerzan las pautas alimentarias en aquella mamá que por diversas razones no puede amamantar; y transforma el instante de la consulta en un festejo sostenido, fruto del refuerzo positivo que reciben los padres de parte del bebé. EL LLANTO Según admite Di Siervi, el llanto de un bebé recién nacido es motivo frecuente de consulta, porque es causa de inquietud y angustia. “El estado de indefensión en el que nace un bebé, necesita asegurarse mediante una genuina demanda, aquello que le permita estar atado a su madre y de esta manera garantizar su supervivencia. Es correcto pensar entonces que el llanto sirve para el logro de ese fin”, tranquiliza. “Una madre de devoción habitual o corriente, seducida por su bebé acude al llamado del llanto; se interroga, se angustia y ensaya soluciones posibles. Enfrenta a un sinnúmero de villanos responsables: los cólicos, el hambre, su condición de inexperta, la calidad defectuosa de su leche”, relata el médico. Sin embargo, matiza: “Con sólo tomar a su bebé entre sus brazos en forma adecuada y mecerle comprobará en un alto número de veces que el llanto cesa cuando el bebé toma contacto con ella”. “La puesta al pecho también es eficaz y no sólo por la provisión de alimento, sino por la posibilidad que ofrece de contacto íntimo y estrecho”, aconseja. Fuente: Comunicar Salud

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